Algo sobre la vida, la muerte y mi abuela.

El pasado 10 de Enero a las 21:37 recibí un mensaje de mi madre en el que me decía que mi abuela acababa de fallecer. Por un segundo pensé que era una broma, después recordé que estaba hablando con mi madre y que ella jamás bromearía con algo así. Decir que me quedé en shock se queda corto, era mi segundo día con migraña y consideré seriamente el hecho de que quizá estaba alucinando. Me tomó 10 minutos asimilar que esto de verdad estaba ocurriendo y les escribí a mis primos, después de todo la situación era un duelo compartido.


A las 22:20 me pidieron que me comunicara con mi hermano pues no lograban localizarlo, le marqué y tuve que darle la noticia... Aún en shock y creo que con ninguna emoción en mi voz, le dije a mi hermano lo que había ocurrido, no sabía cómo sentirme, no sabía qué hacer. Hablé con mi mejor amiga y me tranquilizó al decirme que mi estado era normal, que lo tomara con calma.

El día de ayer, jueves 11 de Enero, a las 5:20 de la mañana me desperté llorando y sin poder respirar, la realidad comenzaba a tomar forma, permanecí en cama hasta que me tranquilicé. No tenía ni una semana desde la última vez que la vi y curiosamente lo último que me dijo fue que no la volvería a ver... Pensé que estaba siendo dramática, probablemente sí... Pensé que quizá creía que no me despediría de ella antes de irme de México. Solo la abracé y besé su cabeza. Esa fue mi última interacción con mi abuela y no puedo dejar de repetir la escena en mi cabeza.


Todos los que me han extendido su pésame me dicen que está en un lugar mejor, que está en paz y estoy infinitamente agradecida con sus palabras, pero no las creo. No creo en un cielo, ni en algo más después de la vida. Para mí, la vida es un tiempo, ese pequeño periodo que tenemos. El día de hoy, viernes 12, la gente se seguía acercando a mí a darme sus pésames, para darme abrazos, que aunque me hacían sentir incómoda los recibía porque creo es lo que debo hacer y lo que podría necesitar.

Podría decir tanto de mi abuela, desde su deliciosa pero increíblemente grasosa comida. Su afán por hacer puchero en temporada de calor (gracias a eso fue que odié los caldos por muchos años). Sobre como era la víctima de infinitas bromas por parte de todos sus nietos, sobre como todos le tomábamos fotos dormida y como la despeinábamos. Les podría decir lo mucho que yo disfrutaba escuchar su música en el tocadiscos, vaya, viví con ella 9 años, anécdotas sobran. Pero lo único que considero relevante en este momento es que la voy a extrañar, pero la vida sigue.


Puede sonar horrible, pero es la verdad. No quiero que mis palabras sean tomadas por lo que no es. Voy a extrañarla y sí, aún en este momento al recordarla hace que mi voz se quiebre y se escapen las lagrimas que intento contener. Estoy viviendo uno de mis mayores temores el cual es perder a un familiar mientras yo estoy lejos y no poder estar ahí con mi familia. Me pesa no estar ahí para mi madre, pero eso será algo con lo que deba cargar. Cargar, no algo que me vaya a frenar. Ya tendré mi tiempo de ir a despedirme, no esperaba que el primer fin de semana que me desconectara del mundo fuera bajo esta circunstancia, ahora solo lo encuentro necesario. 

De nuevo, gracias a todos los que se han acercado, me han mandado mensaje o han estado ahí para el resto de mi familia. Es una perdida y duele, pero este momento no es permanente, la vida sigue, los recuerdos permanecen con nosotros y sonreírle a éstos es lo que nos queda. 

Besos,

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